miércoles, 12 de octubre de 2011

La respiración ayuda a encontrar las causas del stress

Desde la aparición del hombre en la tierra, el estrés, llamado eustrés, es una forma natural y saludable, que tiene el organismo de defenderse o huir de los ataques del ambiente. Sin embargo en la actualidad éste estrés saludable ha pasado a ser crónico e insalubre, convirtiéndose en fobias y ataques de pánico. Pareciera que la mayoría de las personas, padecen o padecieron, alguna vez éstas situaciones ya ancladas en la sociedad, como lo más normal y natural. Se teoriza al respecto, se medica con premura, y la vida sigue hasta el próximo episodio.
La pregunta sería: ¿Por qué aparece el estrés? si ya no nos corren animales salvajes como en otras épocas. La respuesta está al alcance de nuestros sentidos, aunque cueste identificarla.
En primer lugar si reconocemos los síntomas que lo desencadenan...podríamos ir para atrás y ver cuáles fueron las situaciones que lo generaron, las causas. Seguramente hubo alguna distorsión entre nuestro sentir, pensar y desear, que produjo ese desequilibrio. Así es como arrastramos este desajuste que nos desborda y paraliza, y lo comenzamos a notar en el descontrol que sentimos al  respirar. Rever ese desajuste es el primer paso para descubrir la solución, que está en cada uno de nosotros, bien cerquita nuestro.

Poder observar-nos física, emocional y mentalmente en serenidad y armonía es el registro para saber en que nos convertimos en esos momentos de angustia y ansiedad. Este sería el puntapié inicial para encontrar nuestra respuesta interna de salud.

La clave está en poder tomar-nos un tiempo para nosotros, un tiempo de silencio de estar acompañados, nada más y nada menos que por nosotros mismos y disfrutarlo. Siempre lo estamos, pero pocas veces lo podemos percibir. En esa auto-compañía, distinguir lo que es real de lo que es pura y frondosa imaginación, o quizás sea el remanente de alguna situación ya vivida, que creamos y creemos que se va a volver a repetir.

Para poder iniciar este camino de observar-nos, lo primero es tratar de concentrarnos en nuestra respiración, tomándola como eje que ordena, limpia, relaja y sana. Prestarle atención a ese vaivén constante, cada vez más calmo y sereno. No lleva mucho tiempo, es solo permitirse ese pequeño tiempo de espera, de recuperar la energía perdida, de crear por nuestros propios medios la tranquilidad. Una vez que logramos prestarle atención, nada más que al tomar aire por nuestra nariz y exhalarlo también por la nariz, se vivencia un ritmo de melódica salud, que se percibe agradablemente. Esas mismas sensaciones se llevan de manera conciente al cuerpo, entra el aire y el cuerpo se relaja un poco más, sale el aire y se va la tensión acumulada, y así se continúa hasta que las molestias, la angustia y el agobio desaparecen. Y es ahí donde desde ese eje podemos calibrar lo que verdaderamente queremos para nuestra vida.

Se puede encontrar la serenidad perdida, no es magia, es compromiso y respeto hacia uno mismo, todos podemos lograrlo. Hay que tener deseos de cambiar lo conocido y acostumbrado, por la elección de una vida más sana y acorde a la felicidad.

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