lunes, 6 de junio de 2011

Reeducarnos para ser felices

Los adultos tenemos sobre nuestros cuerpos, toda la carga y la huella de lo que fuimos aprendiendo a lo largo de nuestras vidas. En mayor o menor grado hemos dejado de jugar, de asombrarnos, de soñar, de disfrutar de un pequeño gesto, hemos creado corazas imposibles de derribar que nos hacen permanecer indiferentes a las cosas más sencillas y significativas que la vida nos ofrece.
Vamos buscando la felicidad por cualquier lado, como mendigos, sin rumbo afectivo que nos marque el camino, dominados por la indecisión, el apuro y la inconstancia. Enseguida nos cansamos, nos aburrimos, no soportamos la espera, en oportunidades somos voluntariosos con tal de conseguir algo, aunque sea cualquier cosa, y no podemos ver, que la voluntad es una potencia ciega, que necesita de la inteligencia, para que ilumine a la memoria y le muestre hacia donde ir..
Siempre está la posibilidad a nuestro alcance de volver a aprender una nueva forma de vivir, más sana, más real dejando entrar a un niño en nuestro corazón y a un adulto en nuestra cabeza....y sentir ese pulso que resuena en nuestro presente.
El tiempo para meditar te invita a reeducarte, a poder ver claramente qué es lo que querés de verdad. A poner en orden tus necesidades, a limpiar las palabras que representan tus ideas,  que se convierten en signos que crean tus imágenes afectivas y saludables.
Poder sentir con solo escuchar un par de palabras, las emociones que te hacen volver a vibrar de felicidad. Meditar, te invita a ser un observador de una situación o conflicto que estás atravesando, y que quieres solucionar, y te invita también a ser el director y creativo de tu mejor película, la película de tu vida que siempre puedes volver a rodar..... 
Mariana